Atribución de razones socialmente aceptables a la conducta propia cuando la declaración de las verdaderas razones daría lugar a una aprobación social más reducida o a la desaprobación. Con frecuencia se trata de un proceso subconsciente al que se abandona el individuo para no tener que reconocer los defectos propios. Fairchild, Henry Prat. Edit (1997). Diccionario de sociología. México: FCE.
La racionalización de la vida económica implica, la despersonalización y desfraternalización de las relaciones, además es la lucha pacífica y formal entre intereses.
La necesidad personal, psicológica, de “sentirse” efectivamente “parte de un todo”, y actuar conforme a ello, sentimiento que va más allá de los intereses instrumentales y objetivos de los integrantes en relación al grupo, puede también explicarse, en la acepción americana vislumbrada por Weber, en el vínculo entre racionalización de la vida económica, la individuación y la cohesión social, en términos negativos: el estudiante, el profesional, el técnico o el empleado que no lograba ser aceptado en alguno de estos grupos en virtud de sus exámenes, exigencias y demás mecanismos de admisión definidos autónomamente, “era, por regla general, considerado un paria o un incompetente”, según el caso. Participar en estas “relaciones sociales cerradas” se presentaba para el pequeño burgués no sólo como un medio necesario, aunque no suficiente, de ascenso económico, sino que revestía un carácter coercitivo, supraindividual; conformaba en suma, en el modo de vida de la clase media norteamericana, un hecho socio-cultural.
Modernidad se entiende como un proceso más o menos lineal y acumulativo de racionalización. Esta visión ha tenido importantes implicancias en las sociedades latinoamericanas. De acuerdo con Touraine, “no hay una única figura de la modernidad, sino dos figuras vueltas la una hacia la otra y cuyo diálogo constituye la modernidad: la racionalización y la subjetivación”. La primera remite al desarrollo de la técnica como a lo universal y la segunda se refiere a “la penetración del sujeto en el individuo y por consiguiente la transformación —parcial— del individuo en sujeto. La subjetivación es lo contrario del sometimiento del individuo a valores trascendentes”.
No puede haber modernidad a partir de una pura racionalidad, como tampoco puede haberla desde el dominio absoluto de la subjetividad, así mismo la subjetivación y racionalización representan los dos pilares de la modernidad. Según Touraine, el síntoma de la creciente separación entre subjetivación y racionalización se le denomina “desmodernización”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario